Sale publicado en la revista internacional OMEGA – Journal of Death and Dying un nuevo estudio de Dr. Paul Richard Cassidy, investigador en Umamanita. 

El artículo se encuentra publicado en inglés con el título: The Disenfranchisement of Perinatal Grief: How Silence, Silencing and Self-Censorship Complicate Bereavement (a Mixed Methods Study)

DOI: https://doi.org/10.1177/00302228211050500

Puedes acceder al artículo original pinchando en el enlace arriba o través de la biblioteca de tu universidad o institución.

Como el artículo se publica en inglés hemos preparado un resumen extendido del artículo y una grabación de la presentación online que hice Paul Cassidy poco después de su publicación. Ambos se encuentran a continuación:

Grabación de la presentación online

Resumen del estudio

Sobre el estudio 

Basado en entrevistas cualitativas, observación de un foro de apoyo y datos de una encuesta en la que participaron 796 mujeres, se exploran las dinámicas sociales que se manifiestan en la constricción del espacio social para la expresión del duelo. El estudio examina cómo estas dinámicas se hacen evidentes mediante el silencio, el silenciamiento y la autocensura durante las interacciones entre los dolientes y su entorno social y sanitario. En el artículo, el Dr. Cassidy argumenta que los mecanismos del silencio y del estigma se manifiestan a través de múltiples tipos de discurso,  de prácticas sociales, valores culturales, y la performatividad.  

Resultados principales

Grado de apoyo social

La sección de resultados comienza destacando un resultado de la encuesta en el que se halló que únicamente una tercera parte de las mujeres entrevistadas recibieron un alto nivel de apoyo social, el cual es incluso m​​ás bajo en casos de pérdida en el segundo trimestre. En el estudio se define el apoyo social alto como la recepción de apoyo en tres esferas sociales: la relación con la pareja, el círculo social cercano, y el círculo social extendido. 

Silencio, silenciamiento y ausencia

A continuación, el análisis explora cinco mecanismos interactivos relacionados con el silencio, el silenciamiento y la ausencia: 

En primer lugar, se observa cómo en algunos hospitales los profesionales sanitarios aplican un marco biom​édico durante la atenci​ón. Esto se hace evidente en la exclusión de la emoción y en el reposicionamiento de la mujer (madre) ​​únicamente como paciente con un problema de salud físico. De la misma manera, el beb​​é es posicionado como un mero objeto biológico, carente de valor social.  

Segundo, los resultados demuestran como la ausencia, por parte de las mujeres, de un conocimiento adecuado para entender lo que sucede deriva en una incapacitaci​ón de ejercer control sobre la atención y la autonomía en la toma de decisiones.

Tercero, el no ofrecimiento o la limitación, por parte del hospital, de rituales relacionados con el cuerpo del beb​é, se traduce en que la experiencia de la atención es a menudo definida por remordimientos sobre acciones no realizadas, tales como, no haber pasado más tiempo con el beb​é, no haberle besado o sostenido o de no haber involucrado a otros familiares.  

Cuarto, el estudio también se enfoca en el silencio en el entorno familiar y comunitario, y como, con frecuencia, la red social evita hablar del tema de la muerte o la persona fallecida. El autor destaca que fue común que el silencio se organizara en base a estructuras familiares generacionales (abuelos/padres/hermanos), de parentesco y relacionadas con el género (madres/padres; hermanos/hermanas), aunque no de forma determinista. 

El ​último resultado del apartado se centra en las dinámicas de silenciamiento y en los mecanismos interactivos que el entorno social utiliza para silenciar los intentos de hablar de la pérdida. Principalmente, el silenciamiento actuó a través de conflictos sobre el significado de la muerte. El entorno social tiende a usar discursos que aplican un significado simplista y una interpretación positiva de la muerte. Estos significados simplistas contrastan con la perspectiva de las mujeres, quienes entienden el duelo como un proceso complejo y largo. A menudo la expresión de estas perspectivas incompatibles se vive como una sanción social dañina, porque rechaza la identidad materna y la del hijo/a.

Autocensura

De forma interrelacionada con las dinámicas de silencio y silenciamiento, el estudio también identifica cuatro mecanismos de autocensura entre las mujeres que participaron.

En primer lugar, el análisis muestra cómo el estigma y la preocupación por la propia seguridad produjo que, algunas mujeres, no aprovecharan la posibilidad de ver y pasar tiempo con su beb​​é y como, con el paso del tiempo, esto puede convertirse en remordimientos. 

Segundo, para algunas mujeres las dinámicas de estigma y vergüenza tienen un impacto tan fuerte que rechazan el apoyo y optan por aislarse.

Tercero, enfrentadas con discursos dañinos sobre el significado de la muerte, otras mujeres eligen guardar silencio para protegerse y mantener la armonía en el entorno social. Sin embargo, esto tiene un coste importante porque el hecho de no hablar de sus hijo/as, podría hacerlas sentir como malas madres.

Finalmente, el análisis señala que los mismos discursos relacionados con las emociones y con la edad gestacional son activados por las propias protagonistas. Esto se expresa cuando las mujeres invalidan sus emociones por calificarlas como exageradas o cuando categorizan sus experiencias de duelo como inferiores a las de otras mujeres cuyos bebés murieron en etapas más avanzadas del embarazo o después del nacimiento.

Conclusiones principales

En líneas generales, el estudio concluye que la desautorización del duelo es un fenómeno complejo que opera en múltiples niveles sociales y que se hace evidente durante la interacción entre dolientes y su entorno social, actuando a reforzar el estigma.

En este sentido, la desautorización se relaci​ona con los discursos de género, normas emocionales, con las prácticas de la biomedicina, las dinámicas interactivas en la conversación, las estructuras familiares, los espacios sociales (hospital, hogar, grupos de apoyo), el paso del tiempo, los rituales y la performatividad. El grado de desautorización depende de la intensidad de la constricción en cada uno de estos ámbitos y prácticas.

Cabe destacar que muy pocas mujeres experimentaron una completa desautorizaci​ón del duelo, porque normalmente existe al menos una persona (a menudo la pareja) o un espacio donde recibir apoyo. Pero, por otra parte, casi siempre existe al menos una desautorización parcial, lo cual categoriza este tipo de muerte y duelo en una posición inferior a otras.

La eliminación de posibilidades para hablar, de ser escuchado y de reconocimiento de la pérdida tiene implicaciones importantes para el duelo, ya que, la falta de apoyo social es uno de los mayores predictores para complicaciones en el duelo y para el desarrollo de problemas de salud mental.

Con respecto al proceso de duelo, se puede entender que el silencio y el silenciamiento interfieren en procesos beneficios y normales del duelo, en particular, en la construcción de una nueva narrativa (dar sentido a la muerte) y en la configuración de la relación entre el doliente y el fallecido (continuidad del vínculo).