Para las madres y los padres que han perdido a un bebé y que tienen otros hijos, es necesario hablar con ellos sobre lo que ha sucedido y encontrar una forma de explicarlo que sea adecuada a su edad y comprensión del mundo. 

Sin duda, es un momento especialmente duro en el que aparecen sentimientos encontrados: por un lado, el deseo de protegerlos y, por otro, la necesidad de que experimenten un duelo sano. 

En esta página abordamos algunas cuestiones sobre por qué es importante hablar de la muerte perinatal con los niños, independientemente de su edad. Además, ofrecemos algunas pautas sobre la manera más o menos favorable para ellos de contarles lo sucedido 

Somos conscientes de que cada niño y cada familia es distinta, con su propia historia y formas de comunicarse. Por este motivo, lo que ofrecemos en esta página es orientativo pero basado en el conocimiento consensuado actual.

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¿Por qué es importante hablar con los niños y las niñas sobre la muerte perinatal?

Para empezar, es importante reconocer que los niños pueden experimentar la pérdida y el duelo. Sin contar a los bebés más pequeños, los niños habrán sido conscientes del embarazo y de los cambios en la vida familiar, y habrán desarrollado su propio sentido de lo que significaba el embarazo y la inminente llegada de un hermano o hermana.

Por otra parte, en el caso de que el bebé haya fallecido después de nacer, es probable que los niños habrán tenido la oportunidad de conocerlo y de pasar algún tiempo con él y es posible que también que lo hayan conocido cuando el bebé haya nacido sin vida.

En este sentido, los niños y las niñas se enfrentan a un proceso de duelo y pérdida con problemas parecidos a los que afrontan los adultos: cómo darle sentido a la muerte, entender su relación con la persona fallecida e integrarla en su vida.

Igual que los adultos, los niños pueden experimentar diversos sentimientos, incluyendo el shock, incredulidad, tristeza, ira, ansiedad, resentimiento y miedo. 

Estos sentimientos pueden manifestarse de diversas formas y en diferentes momentos y a veces parecer contradictorios. Además, en función de su edad, pueden tener más o menos dificultad para expresar con palabras sus sentimientos.

No hablar de lo sucedido con el fin de proteger al niño no va a evitar el duelo, al contrario, lo anima a recurrir a la fantasía, lo que puede derivar en miedos, confusión, inseguridad y posiblemente en que se culpen a sí mismos; especialmente si han tenido sentimientos encontrados sobre la llegada de su hermano o hermana.

Sin embargo, cuando reciben información sincera y honesta, suelen abordar la muerte y la pérdida de una forma bastante natural, a menudo asimilándolo con más facilidad que los adultos.

Comprensión de la muerte perinatal según la edad del niño o niña

Duelo perinatal en los más pequeños (más o menos hasta 6 años)

Es poco probable que los niños más pequeños comprendan completamente lo que ha sucedido. Aunque conozcan palabras como «muerto», «muerte» o «morir», a la mayoría les resulta difícil entender que se trata de algo permanente.

Los niños de esta edad tienden a creer que lo que piensan, creen o desean puede influir en el mundo externo o hacerse real, este mecanismo psicológico recibe el nombre de  «pensamiento mágico». Por ejemplo, un niño de cuatro años podría creer que después de desear un poni, uno aparecerá en su casa. Por eso, como detallamos en el próximo apartado, es importante usar palabras claras como «muerte» y «morir» cuando hablamos de este tema y explicarles con ejemplos adecuados para su edad qué significa morir y qué  no significa. 

En general, los niños pequeños están muy influenciados por el ambiente de su entorno y suelen ser especialmente sensibles al estado de ánimo de su madre, padre u otras personas de su red cercana.

Ante la noticia de la muerte, pueden mostrar distintas respuestas, desde tener mucha curiosidad y hacer muchas preguntas hasta no mostrar mucha reacción en un primer momento.

Es importante darles espacio para expresar sus emociones y sentimientos, observarlos y dejar que ellos tomen la iniciativa.

A los niños más pequeños les resulta difícil expresar sus sentimientos con palabras, pero podemos observar otros patrones de comunicación y expresión de los sentimientos a través del juego o actividades creativas.

Es relativamente común, y no preocupante, que hablen con el bebé que ha fallecido o que inventen juegos o cuentos como si su hermanito o hermanita estuviera vivo.

“Cuando vimos que había escrito una carta diciendo que tenía una hermanita que sacaba a pasear, a pesar de la opinión de otros familiares que se alarmaron, nos alegramos de que expresara sus sentimientos. Sabíamos que era positivo y su manera de vivir su duelo”

Es posible también que los niños pequeños se preocupen de que hayan hecho algo para causar la muerte, como rechazar la llegada de un hermano o hermana. En este sentido, es importante asegurarles que no ha sido culpa suya.

Si sienten angustia, esta puede manifestarse en la aparición de miedos, problemas para dormir o pesadillas, volver a mojar la cama, cambios en el patrón de alimentación o algunos síntomas físicos como dolores de estómago.

Algunos cambios de comportamiento, orientados a sentirse seguros y protegidos, también son comunes, tales como querer volver a ponerse pañales o usar el chupete, estar más apegados a su madre y padre o a su juguete favorito, o estar más exigentes, agresivos o tener más rabietas.

Como norma general, es importante intentar mantener, en la medida posible, su rutina habitual.

Duelo perinatal en niños y niñas de 7 años hasta 12 años

Los niños mayores de cinco o seis años empiezan a desarrollar la conciencia y comienzan a darse cuenta de que la muerte es permanente y que todos eventualmente mueren. Sin embargo, especialmente los más jóvenes, pueden desarrollar teorías que no están basadas en hechos sobre por qué murió el bebé.

En este contexto, podemos observar algunas respuestas comunes entre este grupo de niños. 

Por una parte, puede que la muerte les dé miedo, pueden preocuparse por su propia muerte y por la de las personas de su entorno, pueden desear evitar lugares o cosas asociadas con la persona fallecida, como la habitación del bebé. La muerte puede parecerles un enemigo al que pueden intentar evitar o vencer. En algunos casos, pueden sentirse responsables o culpables.

Los niños de esta edad a veces pueden pasar horas e incluso días o semanas sin mencionar al bebé o referirse a la muerte. En este sentido, pueden necesitar «permiso» para demostrar sus emociones. 

Pueden hacer una pregunta y luego irse a jugar. Esto no significa que no estén afectados. Enfocarse en otras cosas ayuda al niño a lidiar con la intensidad de lo que están sintiendo y de lo que está sucediendo a su alrededor.

Algunos niños pueden responder con risas o haciendo chistes, pero no significa que no les importe o que no estén afectados por lo que ha sucedido. Es solo una forma de manejar la tensión y el estrés.

A esta edad, los niños son más capaces de empatizar con sus padres, pero debido a su edad, puede que no sepan bien lo que necesitan. Pueden no hablar del bebé o sus propios sentimientos por temor a que se pongan tristes y esta carga protectora puede resultar abrumadora para un niño pequeño.

Los niños mayores de este grupo, entre 10 y 12 años, pueden seguir con algunas ideas falsas sobre la muerte y por qué ocurre y todavía tener sentimientos de responsabilidad. También es posible que reflexionen sobre cómo la muerte afecta a la familia y ser sensibles a las necesidades de otros. También pueden tener ideas claras sobre formas adecuadas de conmemorar al bebé.

Duelo perinatal en adolescentes

Los adolescentes comprenden la muerte como un adulto. 

En general, con esta edad, suelen estar más preocupados por la muerte, entonces puede que expresan más interés en los detalles biológicos de la muerte del bebé y que tengan sentimientos fuertes sobre la injusticia de la muerte.

Sin embargo, debido a que el comportamiento de adulto es algo nuevo para ellos, es posible que se sientan inseguros sobre cómo responder a la muerte del bebé.

Algunos adolescentes pueden reaccionar a lo que ha sucedido volviéndose más independientes, algo que debemos entender en el contexto de que es normal que los niños se distancien de sus padres con esta edad.

Otros pueden sentir que deberían mostrarse fuertes con sus padres y pueden reprimir e incluso ignorar sus propios sentimientos por temor a causar dolor o angustia adicional. También pueden sentir que deberían asumir algunas de las responsabilidades de sus padres. 

En este caso, es importante tranquilizarlos, comunicarles que no es necesario ni obligatorio que asuman responsabilidades del hogar o que cuiden a sus padres. Sin embargo, colaborar y ayudar puede ser una forma positiva de expresar su duelo, siempre que entiendan que no tienen que ser fuertes para sus padres y que está perfectamente bien divertirse y pasar tiempo con amigos.

Como siempre, es importante seguir escuchando y hablando con los adolescentes, especialmente cuando es probable que no tengan amigos que hayan experimentado este tipo de dolor.

Es importante que sepan que, aunque sus padres estén tristes, quieren escuchar lo que está sucediendo en sus vidas y cómo se sienten. Sin embargo, algunos adolescentes pueden sentirse incómodos hablando de sus sentimientos con sus padres y puede ser más fácil hablar con otros adultos de confianza.

En general, es mejor escucharlos que ofrecer demasiadas soluciones.

¿Qué decir y cómo responder a preguntas sobre la muerte perinatal?

Sé honesto, claro y no evites hablar de la muerte

Como punto de partida, es aconsejable decir la verdad, aunque en un lenguaje que corresponda a la edad del niño o niña. En este sentido, es importante no evitar usar la palabra «muerte».

El uso de eufemismos, aunque bien intencionado, puede crear confusión, especialmente para los más pequeños:

  • decir que el bebé «ha dormido» puede hacerles pensar que va a despertar en algún momento o provocar miedo a quedarse dormido por si le pasa lo mismo y nunca despierta.
  • decir que se ha «perdido» al bebé puede hacerles pensar que deberían buscarlo o tener miedo a morir si se pierde.
  • el uso de frases como «dios se ha lo llevado» o «ahora está con el abuelo» deberían limitarse, únicamente si primero se ha explicado que el bebé ha muerto y qué significa la muerte.
  • decir “el bebé no estaba bien” puede preocupar a un niño más adelante cuando él o ella esté enfermo. En su lugar, podrías decir: “El bebé no era lo suficientemente fuerte o grande como para vivir fuera de la barriga de mamá”.

Una forma de abordar la muerte es haciendo referencia a la naturaleza, comentando, por ejemplo, cómo al igual que los animales y las plantas, también los bebés pueden morirse.

Por lo general, es mejor ser breve y claro y no tratar de decir demasiado de una sola vez. Si un niño quiere saber más, probablemente hará preguntas.

Trata los posibles miedos y asegura que no es culpa de nadie

Es importante recalcar que la muerte del bebé no fue culpa de nadie, y que nada de lo que el niño haya hecho o pensado causó la muerte del bebé. 

Algunos niños se preocupan por que el dolor de sus padres signifique que ellos mismos no son lo suficientemente buenos, mientras en otros casos, pueden sentir enojo hacia el bebé que murió o incluso hacia sus padres.

Los niños también pueden temer que ellos o otras personas del entorno también puedan morir. Pueden estar más tristes de lo habitual al ser separados de su mamá, especialmente si ella está gravemente enferma o tiene que quedarse en el hospital por algún tiempo.

No tener miedo de mostrar tus emociones

Aunque es habitual preocuparse porque tus hijos puedan verse afectados al contemplar tu dolor, esto no suele sucederles. 

Ocultar tus sentimientos es muy difícil y puede derivar en más confusión entre los niños ya que es probable que perciban la tristeza y reaccionen de todos modos. Por otra parte, les educa a intentar controlar y ocultar sus sentimientos, lo que puede causar problemas más adelante cuando estos sentimientos vuelvan a surgir, como casi siempre lo hacen.

Al contrario, ser abierto y honesto acerca de los sentimientos ayuda a los niños a darse cuenta de que está bien sentirse triste y expresar sus emociones.

Ayúdales a comunicar cómo se sienten

El uso de actividades creativas, como pintar, dibujar, jugar, escribir o leer, puede ser una forma adecuada de interactuar y explorar los sentimientos de duelo en los niños.

Nuestra página web sobre lecturas recomendadas incluye algunos libros que tratan específicamente al duelo perinatal en el contexto de la infancia.

Respondiendo a preguntas

Ante sus preguntas, hay que hablar con claridad, franqueza y sinceridad incluso cuando se desconozcan las respuestas.

Aquí ofrecemos algunas pautas a posibles respuestas a preguntas comunes, pero cada familia tendría que hacer las modificaciones adecuadas a sus creencias y circunstancias:

  • ¿Qué pasa cuando mueres? ¿Dónde ha ido? Por una parte, es importante hablar del cuerpo como objeto físico y de lo que significa la muerte a este nivel. Es importante enfatizar en que la persona que ha fallecido no siente nada. Por otra parte, puede ser necesario ofrecer una explicación que ayuda al niño o niña asimilar la muerte y la presencia del bebé en su vida y la de la familia a nivel simbólico que encaja con las creencias de cada familia. Si no tienes creencias religiosas o espirituales, o si tú y tu pareja tienen creencias diferentes, una opción es explicar que las personas tienen diferentes puntos de vista sobre la muerte y sobre lo que sucede después y que nadie puede estar completamente seguro. En cuanto a la religión o la espiritualidad, a algunas personas les gusta hablar del alma y a otras simplemente que el bebé está presente en las estrellas, la naturaleza o cualquier cosa que tenga sentido para ellos.
  • ¿Es como estar dormido? En este caso, es importante explicar que no es como dormir porque cuando dormimos nuestro cuerpo funciona y está vivo; nuestro cuerpo deja de funcionar cuando morimos.
  • ¿Por qué ha muerto el bebé? Desafortunadamente, muchas madres y padres no saben por qué su bebé ha muerto –especialmente antes de recibir resultados de los estudios de anatomía patológica– y no pasa nada por contarle al niño esto; es mejor ser honesto que inventar algo.

Los niños y el proceso de duelo a largo plazo

A medida que los niños crecen, y su comprensión de la muerte aumenta, es posible que expresen una comprensión más profunda de lo que ha ocurrido. Es posible que quieran hablar sobre su hermano o hermana y que hagan preguntas más sofisticadas y reflexivas sobre lo que sucedió, la muerte y qué pasa cuando alguien muere. Algunos pueden querer participar más en los aniversarios, mientras otros pueden no querer estar involucrados más.

La participación de los niños en rituales de duelo perinatal

No hay que temer que los niños mayores vean a su hermano o hermana sin vida, siempre y cuando así lo deseen. Lo más aconsejable es darles la información que necesiten para entender qué significa ver a su hermana o hermano, explicándoles que está muerto y cómo es físicamente, y dejar que ellos decidan qué quieren hacer.

Si hay malformaciones, al principio puede ser buena idea cubrirlas con una mantita y centrarse en las cosas «perfectas» del bebé, comentando, por ejemplo, algunos rasgos que comparten o el tamaño de los pies pequeños…

Si los niños no han podido conocer al bebé, tener una foto suya puede ser importante para enseñársela.

En general, la participación en rituales formales, como funerales, u otros más cotidianos relacionados con aniversarios o actividades personales de la familia (plantando un árbol, creando un espacio propio para el bebé en la casa, entre muchos otros) puede ser positivo para los niños, igual que para los adultos. Los rituales formales e informales prestan una oportunidad de ejercer de hermano o hermana, de expresarse mediante actividades creativas o físicamente y de compartir el dolor con el entorno social.

Rutinas y estabilidad

Después de la muerte de un bebé, es normal que haya disrupción en la vida familiar y sus rutinas. Por lo general, a los niños les conviene que los cambios en sus vidas sean mínimos, ya que la rutina crea una sensación de seguridad.

Que los niños asistan a la guardería o al colegio o que pasen unas horas con familiares o niñeras proporciona la posibilidad de un descanso a los padres y también algo de continuidad, estabilidad y un ambiente más feliz para los niños.

Sin embargo, algunos niños pueden preocuparse o asustarse por lo que está sucediendo en casa mientras ellos están fuera. También es posible que se sientan solos y aislados. En este contexto, puede ser aconsejable mantenerles informados, hablar de sus miedos y asegurar que las personas que les están cuidando sepan lo que ha pasado. También es una posibilidad que permanezcan en casa durante unos días.

Este texto revisado sigue manteniendo su sentido original mientras mejora la fluidez y la claridad en la expresión.

Informando a personas de referencia

Es una buena idea informar a profesores, maestros y cuidadores de lo que ha pasado. Por una parte, está bien que los niños sienten el apoyo de los mayores que tengan a su alrededor. Por otra parte, estas personas de referencia pueden ayudar a observar las reacciones de los niños.

Es posible que sea la primera vez que el profesor u otra persona de referencia haya tenido que afrontar esta situación con un alumno, entonces, si te parece adecuado, puedes pedirles que revisen esta página u otras que hablen del duelo perinatal y de las necesidades de los niños.

Próximos embarazos y su impacto en los niños

Después de la pérdida de un bebé durante el embarazo o poco después del parto, los embarazos posteriores suelen ser estresantes y preocupantes para la madre y su pareja. Para los niños, también puede implicar el miedo a que vuelva a ocurrir lo mismo, y es posible que detecten y reaccionen a las ansiedades de sus padres, aunque no lo hayan hablado abiertamente.

Dependiendo de la capacidad de comprensión del niño, puede ayudar decir que es natural que todos estén preocupados por el bebé, pero que las matronas y los médicos están cuidándote y al bebé para asegurarse de que todo salga bien, aunque es importante tener cuidado al hacer promesas sobre cosas que no se pueden controlar.

También hay que tener en cuenta que estos sentimientos y reacciones se suman a los sentimientos encontrados que son normales en cualquier niño ante la llegada de un nuevo miembro a la familia. Algunos niños pueden temer que sus sentimientos negativos hacia un nuevo hermano o hermana hagan que este bebé también muera. Por eso, es importante asegurarles que lo que piensan o sienten no puede causar daño a otras personas.

Niños muy jóvenes, niños supervivientes de un nacimiento múltiple y niños nacidos después de la pérdida

Una duda común es saber cuándo hablarles sobre su hermano o hermana que murió. Al igual que con cualquier tema sensible, generalmente es mejor explicarlo lo antes posible, en cada oportunidad que se presente.

Hablar del bebé de vez en cuando y usar su nombre es una forma natural de mantenerlo presente en la familia y hacer que el niño sepa que existe. Mirar fotos e involucrar a los niños en aniversarios o pequeños rituales para recordar a tu bebé normaliza su presencia en la familia y crea oportunidades para hacer preguntas y contarles lo que sucedió.

Cuando un niño no se entera de que tiene un hermano o hermana hasta que son mayores, puede tener un impacto fuerte en sus vidas y derivar en sensaciones de enojo o malestar, creando cierta desconfianza en la relación.