El sol que me ha devuelto la Paz y el Amanecer

(FRAGMENTO DE UNA CARTA A UNA AMIGA, CUYO HIJITO, KAI, MURIÓ AL NACER)

Quiero también contarte unas cosas que he sentido estos días, desde que leí la historia de Kai, ese Sol que ahora ilumina vuestro horizonte… Kai (que significa Sol) me ha ayudado a recuperar a Irene (Paz) y a nombrar a Alba (Amanecer)… “Tu Sol” me ha devuelto “mi Paz y mi Amanecer”… (curiosa “coincidencia” de nombres). Irene, que tendría ahora diez años, estuvo conmigo, en mi vientre, veinticinco semanas hasta que se marchó de improviso… Yo la viví como un ángel desde el principio; lloré por ella; pero traté de sobreponerme, puede que a marchas forzadas (ahora me doy cuenta)… La quería mucho y hablaba continuamente con ella, la echaba de menos, veía su falta en los otros bebés que me encontraba, en las otras mujeres embarazadas…, lamenté no haber siquiera mirado su cuerpecito precioso (mi marido sí la vio)… No comprendía que todo eso formaba parte del duelo, porque yo me había esforzado por entender todo el proceso (y lo conseguí, al menos una parte) y por sentir que su marcha no era tanto, pues la tenía en el Cielo… Sin embargo, no había llorado a mi niña, a mi hija de carne y hueso… Lo comprendí unos años después (justo tres). Entonces estaba atendiendo a mi útero, que seguía llorando con grandes hemorragias, y a sus heridas físicas (con una ginecóloga), a la vez que me leía un libro buenísimo que me ayudó a comprender y sanar también emocionalmente la marcha de Irene (Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer, de Christiane Northrup)… ¡Justo un mes después ya estaba embarazada de Pablo!… En cambio, poco a poco fui dejando de comunicarme con Irene como ángel: tenía dudas de si no se habría encarnado ya de nuevo, y me sentía poco merecedora de tener un ángel para mí sola… Esto es lo que he descubierto en estos días… Resulta que desde hace unos tres años han fallecido “muchas” personas de nuestro entorno, algunas muy cercanas como nuestro amigo de Valencia, mi suegra y mi cuñado ahora. Y resulta que me encuentro hablando con estas tres últimas a menudo, sin ninguna duda, y no me permitía hablar con Irene… He hablado también con Kai, y entonces he caído en la cuenta de que Irene también está ahí para mí… (Me han servido mucho los testimonios de la página que mencionabas -­‐umamanita.es-­‐ y los de El Parto Es Nuestro).

Alba vino a nuestras vidas en septiembre de 2002 y se marchó en noviembre, unas ocho o diez semanas “nada más”… Aún seguía yo desorientada con la muerte de Irene, más bien con lo de no haber llorado a la niña (a mi niña), y con las hemorragias… Esto lo viví como un aborto y pocas veces se lo he mencionado a la gente (con los desarreglos que tenía más de una vez pensé que estaba embarazada y luego eran falsas alarmas). Tampoco sabía si había “alguien” ahí (no me había hecho ninguna ecografía y justo a la vez otra amiga estaba en las mismas circunstancias, pero ella tenía un saco gestacional vacío… o como se diga). Total, que Alba no tenía casi presencia “oficial” en mi interior… y apenas la he mencionado en estos años. Por supuesto, para mí sí que ha existido, en un rincón muy privado de mi corazón… Y ahora tiene nombre gracias a todo lo que me ha removido Kai (siempre en positivo: ha sido agradable este redescubrimiento). No sé quién de todos los testimonios que he leído estos días decía que les pusiéramos nombre, y el que teníamos guardado nosotros era Alba. (Si no te parece mucho rollo, te cuento cómo lo he sentido: Cuando Irene, los nombres eran Irene y Pablo. Con el aborto segundo pensé que el nombre de Pablo ya sería para ese S‡”er… Y con el tercer embarazo teníamos el nombre de Alba -­‐además yo pensaba que era niña-­‐ y no encontrábamos uno de niño que nos gustara…, pero yo insistía por si acaso -­‐teníamos a un montón de gente buscando alternativas… y nada-­‐. Así que el nombre de Pablo era de reserva. Después de haber nacido mi hijo decidí que tendría que ser ese nombre (le pregunté a él también…) y con él se quedó. Años más tarde, cuando he pensado que a lo mejor estaba embarazada de nuevo y hemos hablado de nombres, Alba ya no nos parecía, ya estaba “pasado”… Y hace unas noches lo comprendí: buscaba un nombre para el segundo, que fuera significativo, y enseguida me vino Albaǥ (además, me estaba doliendo el cuello y justo entonces se me pasó)… 

Sí, tengo dos niñas en el Cielo… Irene y Alba. Ahora acaba de terminar el duelo inconcluso de Alba y he recuperado a Irene también. Ahora me acompañan ambas (antes también, pero yo no me atrevía a sentirlo), y ahora hablo con ellas muy a menudo. Gracias a tu testimonio de Kai, a todo lo que está removiendo él aquí en la Tierra… Y en el Cielo, tal vez. 

Este tiempo también para mí es un comienzo de algo, algo que mucho más adelante comprenderé mejor… Todas las personas que se han marchado últimamente me han hecho reflexionar mucho, me han llenado de su amor, me han hecho sentir más amor por todos los suyos que se han quedado… (También he sentido mucho desconcierto y tristeza en momentos). El último de todos ellos, y espero que por mucho tiempo, ha sido Kai. Esta reflexión se la debo y te la debo…

Yolanda Mateos Redero