Hermano Mayor Antonio

Por Estrella Díaz

Me llamo Estrella, tengo 52 años y hace 53 mi madre perdió durante el parto a su primer hijo, como yo le llamo, mi hermano mayor Antonio.

En mi casa nunca se hablaba de el, es mas, yo creo que me entere bastante mayor de todo lo ocurrido. Si a día de hoy le preguntas a mi madre por el todavía se le saltan las lagrimas, solo yo alguna vez me he interesado por como ocurrió todo. Mi hermano murió durante el parto asfixiado por una vuelta de cordón. Mi madre lo describe como un niño precioso al que en un bautizo improvisado por el personal sanitaria le asignaron el nombre de Antonio, como mi padre. También me ha contado que vía por la ventana como se llevaban el féretro pequeñito y que mi padre se fue a casa a recoger la cuna y todo lo que tenían preparado para cuando llegase mi madre no lo viese allí, no quiero ni imaginar el dolor que sentirían en aquel momento.

Esa es la historia de mis padres de la que yo tampoco he participado mucho porque siempre lo mantuvieron un poco al margen.

Y mi historia comienza supongo a partir de ahí. Yo soy la segunda hija de mis padres, tras la perdida de mi hermano mi madre se negó a ir al hospital a tenerme a mi y yo nací en casa de mi abuela. Supongo que “mi embarazo” fue difícil emocionalmente, mucho miedo a que pudiese pasar lo mismo y muchas expectativas también. Nací niña sana y me imagino que se alegrarían mucho pero no pude “sustituir” a mi hermano Antonio (creo que ellos en el fondo era lo que deseaban). Dos años después nació mi segundo hermano y este si, este hermano ocupo el lugar de Antonio mayor y se convirtió en otro Antonio y a partir de ahí comenzó su historia, pero es la suya. Yo continúo con la mía. Tras una infancia movida y una adolescencia rebelde termino estudiando enfermería y entro a trabajar en una unidad de neonatología, el destino? es posible, el caso es que desde entonces y hasta hoy mismo (30 años de por medio) he seguido trabajando en neonatología. Siempre inquieta y buscando no se muy bien que, encontré una persona que hacia constelaciones, y allí que fui. Fue en esa constelación donde tomé conciencia quizá por primera vez de la presencia de mi hermano en la familia, le mencione por casualidad y de repente se hizo presente y tuve que colocarle en un lugar dentro de mi familia. A partir de ese momento empecé a entender: porque me he dedicado a la neonatología toda mi vida (cumplir con una obligación, una expectativa, procurar que todos los hermanos Antonio naciesen vivos y sanos), porque he estado buscando el fondo de esa inquietud, porque tengo una relación tan distante e incluso agresiva con mi madre, porque toda la vida ella me ha estado exigiendo, machacando, anulando… Y voy obteniendo respuestas, yo asumí la responsabilidad de la perdida de mi hermano y me he pasado media vida intentando compensar esa perdida “salvando” recién nacidos, yo soy yo y no él por tanto es imposible que pudiese cumplir las expectativas de mi madre pero soy madre y entiendo el dolor que debió de sentir la mía cuando perdió a mi hermano.

Hoy, a la vuelta de 52 años sigo arrastrando el duelo de mis padres, poco a poco he ido elaborando mi propio duelo pero creo que ha llegado el momento de acabarlo, de dejar de sentirme responsable del dolor de mi madre y permitir que el recuerdo de mi hermano viva en mi desde el amor y no desde la culpa.

Con este relato quiero dejar constancia de lo importante que es hacer el duelo tras una muerte perinatal o neonatal, de la trascendencia que puede llegar a tener esta pérdida en los miembros de una familia.