Hola soy Raquel y me gustaría contarles mi historia. Hace 13 años teniendo solo 19 años me embarace de mi primera hija, por la edad que tenía y por el miedo a la decepción de mis papás fue muy difícil para enterarme de mi embarazo. Cuando le conté a mis papás mi mamá lloro y mi papá me dejó de hablar por un tiempo. Yo me fui a vivir con mi novio dejando a mis papás. Con el tiempo mis papás lo aceptaron pero aún así sentía la decepción en ellos, por otro lado para mí fue muy complicado ya que mi ahora esposo y yo tuvimos muchas carencias ya que éramos muy jóvenes lo que hizo que mi embarazo fuera un momento muy triste para mí a pesar de lo mucho que amo a mi hija. Pasaron 7 años y en 2013 me enteré que estaba embarazada, en ese momento me llene de alegría ya que la situación era completamente diferente, mi esposo estaba feliz, mi hija estaba emocionada por qué iba a tener un hermanito y mis papás les dió gusto por nosotros. Para mí ese embarazo al contrario del primero fue de mucha felicidad, sentía que todo estaba bien. Pasaron los meses y tuve varias amenazas de aborto, en una ocasión me desperté sangrando, entonces mi esposo me llevo al hospital y me dijeron que muy probablemente había perdido al bebé, me reviso otro doctor y me hizo un ultrasonido y me dijo que el bebé estaba bien pero que tenía que estar en reposo. Yo tenía miedo pero estaba feliz porque mi bebé seguía conmigo.
Al llegar a la semana 21 de embarazo un día me desperté en la madrugada sintiéndome mojada, como si me hubiera hecho pipí, al principio pensé que era pipí pero me empecé a poner nerviosa y mi esposo me llevo en la madrugada al hospital. Estando ahí les dije lo que me había pasado, me hicieron un ultrasonido y me dijeron que todo estaba bien y me mandaron a mi casa. Pasaron 2 o 3 días en los que cuando me paraba sentía la perdida de líquido y yo llegue a pensar que tenía incontinencia pero fui con mi ginecólogo y me reviso y me dijo que era probable que se hubiera roto la placenta, por lo que me mandó dos días de reposo para ver si bajaba el nivel de líquido amniótico. Al pasar los dos días regrese al consultorio y efectivamente estaba derramando líquido amniótico y ya no había nada que hacer. Me internaron y me confirmaron el diagnóstico de mi doctor y me dijeron que me iban a inducir el parto, cabe mencionar que mi bebé seguía con vida cuando me dieron el medicamente, lo que me hizo sentir que lo estaba matando y ni siquiera sabía cuánto podría estar sufriendo él. Cuando nació apenas si lo ví ya que estaba muy anestesiada. Mi esposo y mi mamá se encargaron de los trámites de la cremación y hasta hoy en día me duele que ni siquiera lo pude ver o cargar. Fue muy duro y triste el proceso pero a los 8 meses me enteré que estaba nuevamente embarazada y me entró el pánico por el miedo a volver a pasar por lo mismo. Afortunadamente en mayo de 2015 nació mi niña, mi pequeño solecito quien me ayudó a superar la perdida de mi pequeño bebé.
En septiembre de 2020 me enteré que estaba embarazada por cuarta vez, estaba feliz ya que yo siempre quise tener una familia de 3 hijos, a la primera persona que le platique fue a mi hija mayor y se puso muy contenta, después le dije a mi esposo y no podíamos pedir más, era todo lo que queríamos. El día que les dije a mis papás del nuevo bebé me enteré que mi hermana estaba esperando a su primer bebé y que me llevaba una semana. Nada podía ser mejor, casi todos los días hablaba con mi hermana o nos mandabamos mensajes para ver cómo íbamos. Yo estaba convencida que mi bebé otra vez era niño como mi bebito que murió y me daba mucha ilusión. No tuve un solo contratiempo, todo iba bien, pero un día antes de mi cumpleaños empecé con temperatura a lo cual me asusté pensando que podría ser covid. Me bajo la fiebre y pensé que ya todo estaba bien. A la media noche mi esposo y mía hijas me despertaron para felicitarme por mi cumpleaños y me puse a ver una película con mi esposo. Mientras veíamos la película me empezó a dar un dolor extraño, muy ligero por lo que no le di importancia, pero a medida que pasaba la noche me iba aumentando por los que me asusté y le llame a mi doctor, me mandó medicamento para detener las contracciones y me dijo que fuera al día siguiente. Me tomé la medicina y espere que se me quitará el dolor pero cada vez fue más intenso al punto de ser insoportable, mi esposo me llevo al hospital y en el camino empecé a sangrar. Llegando al hospital cuando me reviso el doctor mi bebé ya estaba en el canal de parto, lo que me ocasiono una gran tristeza, al sacar al bebé el doctor pensó que se iban a detener las contracciones sin embargo fueron más fuertes y empecé a tener un fuerte sangrado, me tuvieron que realizar un legrado para detener el sangrado. Todo ese día no pude ver a mi esposo ni a mis papás, pase todo el proceso sola, estaba en la sala de recuperación llorando en silencio. Al segundo día de la perdida de mi bebé pude ver a mi esposo y me confirmó que mi bebito era un niño y que me estaba esperando para reclamar el cuerpecito. A diferencia de mi primer bebé que perdí pude cargar a mi bebito y despedirme lo cual me hizo sentir un poco de paz.
Ya pasaron 2 meses desde que perdí a mi bebé y ha Sido un tiempo muy difícil en el que siento la perdida de mis dos bebés, en el que veo a mi hermana seguir con su embarazo quien por cierto tambien va a tener un niño, lo cual hace que no pueda dejar de pensar en mi bebito, me siento en una profunda depresión de la cual no sé cómo salir ya que para todos es como si no hubiera pasado nada.