03-04-03.
Primer y ultimo día en la vida de nuestra hija, Elena, nombre de origen Griego, la mas brillante, la mas resplandeciente.
En este caso era nuestro segundo hijo y siempre lo será.
Cinco años antes mi mujer dio a luz a nuestro primogénito, niñosano, alegre y extrovertido, lleno de vida y de fuerza. Ese embarazo fue expléndido. Ella estuvo trabajando hasta el ultimo día antes de dar a luz, no hubo ningún problema durante el mismo ni tampoco después, todo a pedir de boca. Cuando esto sucede parece que el proceso de engendrar una vida es lo mas sencillo, corriente y natural del mundo, pero quizás, todo cambie, hasta tu opinión, después de la experiencia que tuvimos que pasar y después de informarte de todo el proceso, lo milagroso es, francamente que todo salga bien.
Si el primer embarazo fue expléndido el de Elena no lo fue menos, si cabe mejor y francamente nadie en su sano juicio es capaz de imaginar que algo así pudiera acontecer, supongo que es algo que, como sucede con los accidentes de trafico, siempre les pasa a otros.
Después de un parto sin problemas, en el que todo sucedió rápido y limpio (según me contaron ya que yo permanecí fuera, supongo que siempre he sido un poco cobarde para enfrentarme a este tipo de situaciones) un grupo de médicos salio del paritorio con mi hija en una cunita camino de Dios sabe donde. Hubo algún problema a la hora de nacer y la niña no lloro, nunca llego a hacerlo, le costaba respirar y tenían que ver que pasaba, ya en ese momento la luz de tu nombre empezó a difuminarse.
Mas tarde me comunican lo peor, debido a que, según interpreta el cuerpo medico, en algún momento del embarazo, la niña tuvo un sufrimiento fetal a consecuencia del cual hizo una aspiración de meconio que quedo dentro de su cuerpo y debido a su densidad no pudo expulsar lo que le provoco una parada cardio-respiratoria y por lo tanto su fallecimiento.
Y ahora… ¿qué?
Silencio, desesperación, incredulidad, todavía después de seis años me parece mentira, un sueño del que quizás algún día podamos despertar pero que desgraciadamente nunca llegara.
La segunda parte de la historia no es menos agradable. Contárselo a la madre, su hermano mayor y la familia.
Por muchos años que llegue a vivir, supongo y espero que así sea, que nunca me tendré que enfrentar a un situación tan dramática, trágica y llena de sentimientos, por un lado de tristeza y quizás algo de culpabilidad, la vida esta concebida para enterrar a los padres nunca a los hijos.
Desde ese momento la vida de nuestra familia retorna al año cero, se empieza de nuevo, todo cambia, la perspectiva de las cosas, el entorno familiar, la capacidad de querer a otros y sobre todo a valorar lo que se tiene, intentando que a partir de ese momento el hacer feliz al de al lado sea tu mejor meta, sin olvidar en ningún momento la huella que ella dejo y que será por siempre nuestro hija, Elena.
03-04-09
Hoy cuando se cumple el sexto aniversario de su cumpleaños, la vida en cierta manera ha cambiado.
Hay cosas que no y nunca lo harán, no habrá tarta de cumpleaños, no estarás para soplar sus velas, no nos reuniremos la familia para celebrar el acontecimiento, pero en fin, vamos a centrarnos en la parte positiva.
Al poco de perder a Elena, mi mujer quedo embarazada de nuestro tercer hijo. El momento de conocer la noticia fue una explosión de sentimientos, sobre todo miedo, mucho miedo. Retrasamos el momento de hacerlo publico por precaución y prudencia, hasta que al final lo hicimos haciendo conocedor de la noticia a su hermano mayor.
Los meses que pasaron hasta el momento del alumbramiento fueron como decir, de sinsabores, recuerdos, incredulidad y teniendo la impresión que la película vuelve a comenzar otra vez, sabiendo que no todos los finales son felices y sobre todo con el recuerdo de algo grabado a fuego en nuestra piel para el resto de nuestros días.
Llego por fin el tan esperado a la vez que temido día. Hay que decir que todo salio a pedir de boca y finalmente nació nuestro tercer hijo.
Echando la vista atrás, después de seis años de que aquel momento lo único que me queda aparte de su recuerdo, es quizás saber dar las gracias porque en cierta medida, siempre lo he pensado y sigo haciéndolo, tengo la certeza que su paso de puntillas por este mundo de locos, no fue en vano sino una manera de educarnos y enseñarnos muchas cosas que de otra manera quizás nunca habríamos aprendido. Sus escasas dos horas de vida me educaron con tal crueldad a saber lo que realmente importa que duele hasta su recuerdo , mucho mas que mil vidas vividas y enseñanzas recibidas.
Gracias en general a familiares y amigos por su apoyo y ayuda inestimables.
Gracias, a mi mujer, por su entereza, arrojo, fuerza y ganas de seguir, sin perder un ápice de su encantadora forma de ser, porque para ella, seguro, fueron los momentos mas duros.
Gracias, a mi hijo mayor, por sus sonrisas, por ser el pilar en momentos difíciles y por su apoyo callado, que aunque el no lo supiera, muchas veces un silencio dice mas que mil palabras.
Gracias, a mi tercer hijo, que al apostre se convirtió en el pequeño de los tres, porque sus 4.300 gramos de aire fresco al nacer, hoy convertidos en apenas 20 kilos de desparpajo, simpatía, ganas de vivir y felicidad nos dio una razón mas para saber que hay que seguir.
Y gracias sobre todo a ella, Elena, por enseñarme a quererme mas y aprender a querer, a hacerme mejor padre (no se, eso el tiempo lo dirá), a aprender cuando hay que decir que si y cuando hay que decir que no, a valorar lo que tengo, a saber que llorar es cosa de muy hombres, a ser mejor persona, mas paciente, mas responsable y sobre todo entender que nunca te fuiste que siempre velaras por nosotros que como significa tu nombre tu resplandor siempre estará ahí y saber que tengo a alguien a quien acudir cuando no se encuentran respuestas, porque la respuesta siempre has sido tu.
Y por ultimo saber, que cuando el tiempo me arranque el ultimo halito de vida, ya nunca se entenderá como un adiós, sino como un reencuentro, nuestro reencuentro.