A mi amada María, mi Ángel.

Recuerdo aquel abril, donde todo inició, el tiempo fue muy corto, pero tu pase por esta vida, marcó la mía para siempre.
El mágico don de dar vida, así lo describo porque es la única explicación para este suceso, “es magia”. Al poner mi mente a viajar a lo que sucedió aquellos meses, me parece increíble la sensación que experimentaba, no tenía idea de que estaba embarazada, las posibilidades de que eso ocurriera eran muy bajas y por este motivo mi mente se encontraba tranquila. La venida de un bebe, no era algo que esperaba, que quería en ese momento, tenía solo 25 años, aunque ya para esa edad era profesional y contaba con 2 trabajos, no quería un bebe, sentía que aún me faltaba mucho por experimentar y vivir sola.

Sin embargo, mi cuerpo se sentía extraño, tenía mi vientre un poco hinchado, mis pechos igual, pude pensar que eran los síntomas del SPM (síndrome premenstrual) pues estaban cerca la llegada de mi periodo, pero en mi interior había una sensación ajena, como si con mi cuerpo ocurriera algo más, la tranquilidad que tenía porque pensaba que las posibilidades de un embarazo eran muy bajas, se fueron haciendo cada vez más volátiles. La inquietud era cada vez más grande que ya no me dejaba tranquila, decidí hacerme una prueba de embarazo de orina, la cual salió positiva, sin poder creerlo me hice el mismo día una de sangre, al abrir aquel sobre, mi mundo se paralizo y mi vida cambio para siempre, al ver aquel POSITIVO, que no voy a mentir, me aterro, no estaba preparada y de pronto comencé a verme en una calle sin salida, y experimente el rechazo hacia mi propio hijo, hacia ese pequeño que se encontraba en mis entrañas, el miedo tenía el control de mis emociones.

Pase algunos días donde todo lo que hacía era llorar, lloraba al despertar, lloraba en la ducha al bañarme, en mis horas laborales, me encerraba en el baño de la oficina a llorar, no podía creer lo que me estaba pasando. Hasta que me dije a mi misma BASTA, esa criatura era mi hijo y estaba en mi vientre, él no lo pidió, yo lo traje a este mundo. ¿Por qué no iba amarle? Y comencé desde ese momento a amar a esa personita dentro de mí.

Mi bebe no fue producto de una noche de pasión con un cualquiera, fue el resultado del amor que sentía por un hombre, nuestra relación no se encontraba en buenos términos y sabía que me tocaría ser una madre soltera más y eso me llevo a querer aferrarme más a mi bebe, él había venido a acabar con mi soledad, a darle a mi vida un nuevo futuro.

Ya convencida de esto, quise poder comenzar a crear recuerdos lindos desde mi embarazo con mi hijo o hija. El tiempo de embarazo fueron solamente 6 semanas, solo sentí un antojo, que yo misma me cumplí, para esos días yo estaba comenzando a sufrir de trastornos alimenticios, quienes los han vivido saben lo difícil que es poder reconciliarse con la comida, sin embargo yo estaba dejando de seguir dietas estrictas por el bienestar y crecimiento del bebe.

Una noche mientras acariciaba mi vientre y escuchaba “ser tu mamá” de tercer cielo, sentí ganas de ir al baño y ahí vi las primeras marcas de sangre en mi ropa interior, era de noche, me asusté mucho y me fui directo a la clínica acompañada de mi otro ángel Mi mamá. La doctora nos dijo que por el tiempo aún era muy poco, el sangrado podría no considerarse de peligro, me envió progesterona (que mi cuerpo no estaba generando) y días de mucho reposo.

Al siguiente día estaba descansado como lo había enviado la doctora, me levanté al baño y vi que había vuelto a sangrar, esta vez, la sangre era más roja. Me fui de inmediato al hospital, donde al llegar las enfermeras fueron un tanto groseras con su atención y en esto me gustaría hacer énfasis, el personal de salud no está formado para atender moralmente este tipo de casos, hacen a un lado el dolor que la persona pueda estar experimentado, y te tratan como si la perdida se tratase de un conjunto de desechos. Luego de ser revisa inadecuadamente y enfrente de otras enfermeras que se encontraban en el área, con palabras grotescas, me llevaron a observación, pues aun no era un aborto, seguía siendo una amenaza.

Fui llevada a la sala de ginecología, donde están las mujeres con riesgo de pérdidas en sus embarazos, quienes esperan pasar para hacerse un legrado, las mujeres que les falta poco para entrar en labor de parto, las que ya dieron a luz y tienen a sus bebes con ellas y también aquellas que tienen u otra dolencia. Me sentía asustada, tenía pánico de lo que pudiera ocurrir conmigo y mi bebe en las siguientes horas, tengo diferentes patologías, no pueden suministrarme cualquier medicamento sin antes consultarlo con mi cardiólogo. Me levante otra vez al baño y expulse un coágulo grande de sangre, esa imagen en mi memoria es de las más fuertes hasta el día de hoy, pues sabía que ese podía ser mi bebe, regrese a la cama asustada y le dije a la enfermera que estaba expulsando coágulos a lo que ella me respondió: “acóstate, si sentís un dolor fuerte, a punto de desmallarte, me llamas”.

Llegaron los médicos y me revisaron, no podían detectar si había sido un aborto completo o aun había restos en mis entrañas, me realizaron un ultrasonido trasvaginal, donde el diagnostico decía que era un aborto incompleto, aun tenia restos de mi bebe en mi vientre. Por mis patologías cardiacas, decidió el internista y el ginecólogo, meterme a quirófano para lograr sedarme y proceder al legrado, de lo contrario mi corazón no lo soportaría.

Recuerdo entrar al frio quirófano, solo con una bata y mi corazón en pedazos, en mi mente recitaba ave Marías, para calmar mis nervios. Me sentaron en la camilla y me inyectaron la raquídea, inyección que le ponen a todas las mujeres que van a ser cesareadas, el recuerdo de estar semidesnuda mientras la enfermera introducía en mi cuerpo el líquido de aquella inyección, el sentirme ahí sola, débil, humillada, es un recuerdo traumante para mí. No sé cuánto tiempo pasé en el quirófano, estuve sedada. Al salir de ahí, en la puerta de esa sala, estaba mi mejor amiga y mi madre, mis ángeles que nunca me dejaron sola.

Aún seguía sin poder reincorporarme, no sentía mis piernas por la anestesia y seguía dormida, al despertar ni siquiera sé cómo me sentía, estaba tratando de ignorar lo q había ocurrido y poner mi mejor cara para poder salir de ese hospital, estaba sola, con mi mama y mi amiga, evidentemente ellas tampoco sabían cómo lidiar con todo lo que acaba de pasar, así que ninguna hablaba del tema, eran conversaciones vacías.

Me dieron de alta en el hospital, aun sabia sin saber cómo sentirme, al llegar a casa proseguí con los cuidados que merece un proceso como ese. Pero a como muchas aquí viví meses dentro de una depresión silenciosa, como le explicaba a mi mente que acabábamos de perder a nuestro bebe, si no había terminado de explicarle que íbamos a ser mamá.

Todos los días desde entonces, pienso en mi bebe y siempre sentí que era una niña, por eso le llamo MARIA, no hay momento en el q no pienso como seria si estuvieras acá, de qué color serian tus ojos, si tu cabello seria liso o rizado y el sentido enorme que le hubieras dado a mi vida.

Durante lo largo de nuestras vidas a todos nos tocara enfrentar todo tipo de duelos, ya sea el perder a alguien que amamos, el perder una mascota, terminar una relación, perder un trabajo, renunciar a una meta o a un sueño (todos estos son duelos) sin embargo hasta la fecha el duelo más incomprendido en la historia es el duelo de un aborto, quien lo vive no sabe cómo sobrellevarlo, tus familiares no saben cómo ayudarte y para el resto es un dolor que no existe y no es tomado en cuenta.

El duelo de una muerte perinetal, marca la vida de los padres que lo sufren, fuiste mamá o papá, trajiste un alma a este mundo, que se encuentra en algún lugar, que consigo lleva todos tus sueños, todos tus miedos, todo tu amor o toda tu cobardía, es un suceso que por más q queramos solo doblar la página, siempre de alguna u otra manera nos tocara releerla, ya sea una canción, un olor, un color, un objeto te recordara que algún día existió ese bebe.

Quisiera decirles que escribo esto, para darles consejos de cómo superar este duelo, pero no es así, porque hasta hoy no sé cómo sobrellevar está perdida. Pero si lo escribo, para desahogarme y como una de las tantas maneras que he realizado para despedir a mi bebe, tu dolor, yo lo entiendo, lo comprendo y lo guardo en mi corazón, no estas sola.