Álvaro de mi vida

Hola a tod@s, mi nombre es María y vengo a contaros mi testimonio ahora que me siento con un poco de fuerzas aunque sólo haya pasado un mes desde que Álvaro naciera y se fuera de mi vida para siempre pero no de mi corazón, pienso que compartir mi historia es como un legado que me ha dejado mi hijo para que otras familias que se vean en mi misma situación se sientan comprendidas y no crean que son las únicas porque yo así fue como me sentí, y por supuesto también es la forma que tengo de nombrar y mantener vivo el recuerdo de mi niño para siempre.

Mi marido y yo desde que nos conocimos siempre habíamos hablado que ser padres era nuestra ilusión, y ese instinto maternal lo tengo muy arraigado desde que era una niña.

Una vez que decidimos que empezaríamos a intentarlo pero sin ningunas prisas que viniera cuando quisiera, cual es nuestra sorpresa que el primer mes que lo intentamos me quedo embarazada. Al principio fue un poco de shock porque no lo esperábamos tan pronto pero al instante ya estábamos súper ilusionados y nuestra familia también.

Empiezo a ir a mis controles y mis analíticas y todo esta correcto, mi niño se está desarrollando con total normalidad y su corazón latía con fuerzas. Justo dos semanas antes de la próxima ecografía empiezo a tener el presentimiento de que algo no va bien, yo había sentido al bebé y de repente había dejado de sentirlo, como era primeriza y estaba de poco tiempo (18 semanas) todo el mundo me decía que era normal que aún estaba de poco tiempo pero yo en el fondo sabía que algo no iba bien. Como estaba en pleno confinamiento por el Coronavirus decidí esperar al 30 de Abril que tenía mi eco 20.

Por fin llega el día en el que voy a verlo y estaba muy nerviosa, tuve que entrar sola en la consulta ya que mi marido no lo dejaban entrar. Automáticamente cuando la doctora me pone el ecógrafo encima pasan unos segundos y me dice esas palabras que jamás en la vida olvidaré “Ojú hija esto no está bien” las tengo grabadas a fuego, a partir de ese momento mis recuerdos se nublan un poco, se que le dije “Como que no está bien” y me dice que no, que no tiene latido, hace aproximadamente 2 semanas que se paró.

Empezé a llorar como una loca y a temblar, un frío que me recorría el cuerpo que no podía controlar. Eso fue a las 9:00 de la mañana y me ingresaron para inducirme el parto, a las 22:45 Álvaro nació en aquella cama del Hospital de Cádiz y se separó de mí para siempre.

Jamás pensé escuchar esos “empuja cuando te venga una contracción” “ánimo que lo estás haciendo muy bien” por primera vez, sería para tener a mi hijo sin vida.

En el momento que sentí como cortaban el cordón sentía que me cortaban el alma, estaban quitándome lo único que me quedaba de unión con mi pequeño. Lo más raro de todo esto ahora que lo pienso es que en el momento del parto no lloré ni una lágrima, estaba tan en shock que no era consciente de lo que había pasado, parecía que estaba viviendo una pesadilla que no era mía, hasta que por la noche de madrugada en la habitación me desperté y fui consciente te todo cuando me acaricié la barriga y noté que estaba blandita y plana, ahí fue cuando rompí a llorar desconsoladamente y desde entonces no hay un solo día que no le llore al cielo, a mi angelito precioso.

Yo no quise verlo pero mi marido sí, yo no me quería quedar con ese recuerdo de él. Prefiero quedarme con el amor que sentí cuando lo vi por primera vez y escuché su corazón, cuando sentí su primer movimiento en mi mano, cuando bailábamos en el salón a ritmo de bachata, o cuando después de ducharme por las noches me dedicaba a darme mi cremita en la barriga y masajearla, eran nuestros momentos y solo nuestros.

Jamás olvidaré tampoco cuando nació y la enfermera se lo llevó en una mantita liado para que yo no lo viera, ni lo volveré a ver nunca. Ese recuerdo es el más duro y complicado para mí, es el único momento que pude intuir su cuerpecito, se me parte el alma de pensarlo.

Justo hoy un mes después de todo esto he vuelto a aquella consulta en la que me dieron la noticia y ha sido otro escalón enorme que he tenido que subir para recoger los resultados de la autopsia. Resulta que tenía “Corioamnionitis”, una infección en la placenta causada por una bacteria en el endometrio. Según me ha comentado el médico es algo totalmente aislado y no tiene porqué volver a suceder, simplemente he tenido mala suerte, esto es como una lotería y me ha tocado a mi vivirla.

Cuando me vea con fuerzas y pase un poco de tiempo iré en búsqueda de un hermanito, no pienso renunciar a mi maternidad por mala suerte del destino una vez. Tengo que volver a ser feliz y sobretodo hacerlo por él. Nunca voy a dejar que Álvaro caiga en el olvido, es mi hijo, yo lo he gestado, lo he sentido y lo he parido. Siempre lo llevaré por bandera hasta que me muera, y será mi estrellita en el cielo.

Álvaro hijo mío, tus padres te amamos y jamás te olvidaremos.

Vuela alto, quizás algún día podamos volar juntos.