MI CAMINO HACIA EL DESPERTAR – Capítulos I, II & III

A mi hijo Lluc, gracias por iluminar nuestras vidas.

 

Neo, Igual que los demás, naciste en cautiverio, en una prisión que no puedes ni oler ni saborear ni tocar. Una prisión para tu mente.

Por desgracia no se puede explicar lo que es Mattrix. Has de verla con tus propios ojos. Esta es tu última oportunidad. Después, ya no podrás echarte atrás. Si tomas la pastilla azul fin de la historia (La historia acabará). Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creerte. Si tomas la roja, te quedas en el País de las Maravillas y yo te enseñaré hasta dónde llega la madriguera de conejos. Recuerda, lo único que te ofrezco es la verdad, Nada más.

Si eliges la azul vivirás en la ignorancia.
En cambio, si eliges la pastilla roja verás la realidad”

The Mattrix (1999)

 

PROLOGO

Mi nombre es Javier, soy de Mallorca y esta es la historia que explica como la vida me ha llevado hasta un despertar, un despertar espiritual por llamarlo de alguna forma. Es la historia del inicio de un camino de aprendizaje, de conocimiento interior,un viaje que no ha hecho más que comenzar y que se presenta como apasionante.

El camino está lleno de emociones, amor, crecimiento, obstáculos, dificultades, alegrías, tristezas y duelos.

El punto de partida de este relato o camino, empieza con la pérdida, muerte, o no nacimiento de nuestro hijo Lluc (cuando digo nuestro me refiero a Emi mi compañera de vida y a mi).

Lluc se fue a las 39 semanas de gestación un 5 de junio de 2017, justo 6 días antes de la fecha que se nos dio para su nacimiento, y fue ahí, en ese preciso momento, cuando parecía que todo acababa y que se cernía la oscuridad sobre nosotros, estaba ocurriendo todo lo contrario, realmente todo se iniciaba, ahí se había iniciado mi camino hacia el despertar.

Espero y deseo de todo corazón que este relato pueda ayudar a quien ahora mismo se encuentre en esta difícil situación, que pueda darles otra perspectiva, así como un poco de luz en el túnel oscuro en el que ahora se encuentran.

CAPITULO I   -EL EMBARAZO DE LLUC-

Emi llevaba un embarazo se podría decir que “perfecto”, de hecho, absolutamente todos los resultados y pruebas habían sido normales durante las 39 semanas.

Prueba tras prueba, revisión tras revisión, todo era perfecto o normal, todo iba sobre ruedas, y nada hacía presagiar un final como el que iba a ocurrir.

Las últimas 4 semanas del embarazo, la ginecóloga quería hacer revisiones semanales de control, cada lunes teníamos cita, concretamente los últimos cuatro lunes antes del nacimiento. La revisión del lunes 29 de mayo fue como siempre, perfecta, todo estaba bien, el nacimiento estaba previsto para el 12 de junio del 2017.

Dos días antes de la revisión del lunes 5 de junio, el sábado por la tarde, Emi me comentó en un momento determinado que no notaba a Lluc moverse casi en comparación a lo movido que había estado durante el embarazo, que notaba un movimiento muy leve. Dada nuestra inexperiencia (Lluc hay que recordar que era nuestro primer hijo) pensamos que como ya pesaba cerca de 3.5 kgs y estaba sin espacio, que no tendría sitio para moverse, y que el lunes en la revisión se lo comentaríamos a la ginecóloga.

Ahora, con la perspectiva del tiempo, ya sé que Lluc ya había trascendido, ya se había ido ese sábado 3 de junio, el movimiento leve era de su cuerpo inerte, Emi me dijo que durante esa noche había notado unos escalofríos en la espalda, como un dolor en la columna. Ese sábado 3 de junio de 2017 fue el día que él había elegido para marcharse.

Cuando el lunes en la revisión de la última semana la auxiliar de clínica le puso las correas a Emi para comprobar el pulso de Lluc, y no lo encontró, avisaron a la ginecóloga y le hizo al momento una ecografía, Emi mirando al monitor vio que no había luz, que no había vida, la ginecóloga abrazó a Emi y le dijo que lo habíamos perdido…Lluc había dejado de vivir.

CAPITULO II –EL INICIO DEL DUELO-

El dolor y la pena que te invaden en ese momento es indescriptible, las emociones y sentimientos se agolpan en tu cuerpo, y no puedes dejar de llorar.

Recuerdo las horas siguientes con un silencio abrumador y una pena devastadora. Lluc era nuestro primer hijo, todas las ilusiones, proyectos, planes de vida, de futuro, todos se vinieron abajo en un segundo. Nuestros padres, familiares, amigos, todos los que estaban pendientes de nosotros desde hacía casi 9 meses, todos ellos, quedaron en silencio y mudos también. En cierta manera Lluc los había tocado a todos, había removido las energías, aunque en ese momento nadie se había dado cuenta.

El protocolo médico que se puso en marcha en la clínica Palmaplanas fue ejemplar. Se le dio a Emi la opción de si quería parto natural o cesárea, y se le explico las consecuencias de ambas opciones para el futuro. Emi eligió cesárea, pues en ese momento no tenía ni la fuerza, ni la entereza física y emocional para aguantar un parto natural sabiendo que Lluc había fallecido.

El anestesista le comunicó que la anestesia utilizada durante la intervención no provocaría ningún tipo de amnesia, este detalle era muy importante, ya que era de vital importancia que Emi recordase la cara de Lluc, que la retuviese visualmente en su cerebro, ya que esa primera despedida de Lluc poniéndole cara, nombre y todo su amor era imprescindible para no convertir el duelo en algo patológico, para que no quedase desdibujada la imagen de Lluc en el corazón de Emi y así poder iniciar la primera fase del duelo correctamente.

Esa media hora o 45 minutos que pasamos con Lluc en nuestros brazos, los tres solos en el posoperatorio los recuerdo como uno de los momentos más intensos de mi vida, momentos desgarradores a la par que bellos y emotivos.

Lluc era perfecto, precioso, cálido, con los ojitos cerrados en calma y paz total. Tenía un color súper saludable y su cuerpo estaba templado de temperatura de haber estado flotando en el líquido amniótico de Emi. Ahí envuelto en una toallita con un gorrito y el pelo negro que le asomaba (recuerdo pensar en ese momento que se hubiese parecido a mí con todo ese pelo negro). Estuvimos llorando juntos, había una energía mezcla de tristeza profunda y extraña paz, los tres en silencio, en un momento de intimidad difícil de explicar, despidiéndonos de nuestro hijo que ya no iba a crecer ni a estar con nosotros nunca más, no al menos como nosotros lo habíamos imaginado, porque estar, sí que iba a estar.

Esa primera despedida y primer paso del duelo fue muy importante para poner los cimientos del proceso que estaba por venir.

Durante los dos primeros días de ingreso de Emi en el hospital, yo en casa recogí todas las cosas que nos habían regalado para Lluc, (cuna, ropa, juguetes, hamacas, productos, toallas, colchas, etc), todo lo que habíamos recolectado y que nos fueron regalando, todo lo que pudiera hacer a Emi cuando volviese del hospital recordar a Lluc, decidí recogerlo todo y aparcar esos recuerdos y objetos en el trastero de arriba la casa.

Cuando los iba poniendo en el trastero no dejaba de repetirme que en cuanto tuviésemos a nuestro segundo hij@ volvería a subir al trastero y con plena ilusión bajaría todo lo que teníamos para Lluc preparado…nada me hacía pensar que eso ocurriría prácticamente en un año exacto desde ese día.

Tras esa primera despedida, al cabo de unos cuantos días, después de tener que hacer todos los trámites necesarios tras una defunción, en el cementerio hicimos la segunda despedida de Lluc, lloramos delante de su pequeño ataúd hasta que fue incinerado y nos llevamos sus cenizas.

Días después fuimos con sus cenizas a Lluc, montaña que lleva su nombre y a los pies de un árbol del jardín botánico esparcimos sus cenizas y nos despedimos por tercera vez en los últimos 7 días, fue un ritual íntimo, silencioso, Emi y yo solos con él.

En esos momentos no lo sabíamos, pero Lluc ya estaba con nosotros, Lluc había trascendido y era un guía espiritual en nuestras vidas, vivía o existía en su dimensión feliz y completamente libre.

Los primeros días y semanas del duelo los recuerdo con mucho silencio y calma, tuvimos la fortuna de poder estar juntos las 24 horas del día, pude acompañar a Emi, cuidarla, mimarla, apoyarla en todo. Yo tuve la baja médica y Emi tenía la maternidad (la maternidad una vez pasas los 6 meses de embarazo la disfrutas igualmente).

En aquella época vivíamos en Biniali, en el campo rodeados de naturaleza y silencio, era verano y los días eran cálidos y silenciosos. Ese verano nos compramos una piscina desmontable e íbamos disfrutando de momentos bonitos, el tiempo en cierta manera se había detenido de golpe, al irse al traste todos los planes solo quedo el presente, el aquí y ahora.

Recuerdo una comparación curiosa que hizo mi padre un día, me dijo que esto que nos había pasado era como si estuvieses mirando la TV en tu sofá tranquilamente y de golpe se oyese un estruendo enorme y al girarte te das cuenta que se ha caído el techo y toda la casa se ha venido abajo a tus espaldas en un segundo.

En este sentido si que todo se paró de golpe con la perdida de Lluc; planes, proyectos, trabajo, ilusiones, todo se redujo al recogimiento interno y al presente. Los aprendizajes estaban ya en marcha, el despertar de la conciencia también, aunque todavía no teníamos ojos en el corazón para observarlo bien.

El sentir el amor propio Emi hacia ella misma, el sentirse mimada y apoyada, reencontrarse ella misma, mensajes que después nos llegarían y que ya se estaban poniendo en marcha.

Lo que sí que continuó igual fueron mis oposiciones, aproveché el duelo, el silencio, el tiempo de estar en casa para seguir estudiando. Con el tiempo supe que esa era otra de las enseñanzas que trajo Lluc. Yo necesitaba más tiempo para acabar el proyecto de oposiciones el cual iba a servir en el futuro de base para la unión familiar que se iba a crear y el crecimiento en un hogar confortable, en una nueva casa.

Las primeras respuestas que buscamos fueron lógicamente en un plano físico. Tanto de Emi como de Lluc. A Lluc dimos nuestra autorización para que le hiciesen autopsia por si podían aclarar causa del fallecimiento, el resultado fue que no se halló ninguna anomalía ni orgánica ni morfológicamente ni en la placenta ni en su organismo, todo estaba bien, no había explicación más que la “muerte súbita prenatal” que es cuando no se haya ninguna causa en diagnóstico. Simplemente su corazón dejó de latir.

Lluc se fue como había llegado, en silencio y paz, después supimos que efectivamente Lluc había trascendido a otro plano o dimensión en paz y sin ningún tipo de sufrimiento ya que había venido precisamente a eso, para él todo seguía el camino correcto. Simplemente él no podía nacer, no podía encarnar en un cuerpo humano porque no era esta su misión, su función no era nacer, pero claro, eso nosotros aún no lo sabíamos, y evidentemente ningún médico nos lo iba a decir, fueron otros terapeutas los que nos dieron la respuesta que buscábamos.

Así pues después de multitud de pruebas genéticas, hematólogas, biológicas, analíticas de todo tipo hechas a Emi, tampoco se le encontró ninguna anomalía (a excepción de un gen que puede producir trombos en circunstancias determinadas, pero que solo podría afectar a nivel unicelular en un embarazo, en ningún caso en un feto de 39 semanas totalmente formado).

CAPITULO III –EL INICIO DE LAS TERAPIAS SANADORAS-

Empezamos a recibir poco a poco visitas de familiares y amigos que querían compartir con nosotros el duelo. Recibimos muchos mensajes y nos sorprendió el cómo había removido corazones y energías Lluc a mucha gente allegada y no tan allegada. Lluc seguía despertando conciencias a nuestro alrededor, no eran por tanto sólo la nuestras.

Hay amistades que se alejan, otras se acercan, poco a poco las vibraciones y resonancias van cambiando y vas atrayendo a otras personas con vibraciones más acordes, es el flujo normal de la vida de la energía, lo que Lluc hizo con el despertar fue acelerar todo ese proceso. Si echo la vista atrás pasados ahora ya 4 años me doy cuenta que mi entorno ha cambiado, que mi vibración y la gente que me rodea es diferente, que el cambio y la transformación es real y necesaria.

Un ejemplo de cómo puede despertar la creatividad lo más profundo de emociones como la tristeza fueron las palabras escritas y dedicadas a Lluc en un poema por mi gran amigo Pere Antoni Bennàssar i Albons (sin ser escritor ni poeta), aqui las dejo como originariamente fueron escritas:

“Ha passat un àngel

ets tu. I ara

ets aire, aigua, foc, terra, …

sentiments, flors i ocells, …

ets tú, fillet dessitjat

pols d’estels.

 

Amic esperat

company estimat.

Lluc el teu nom,

així de simple,

muntanya de la nostra illa,

muntanya als nostres cors.

Ha passat un àngel

i aquí, nosaltres

hem quedat muts

i amb els ulls entelats,

sabent que a cada instant hi seràs.

I, poc a poc, ens ensenyaràs

que tú vius allà

de la nostra felicitat…

allà, aquí i per sempre.

Bon viatge Lluc.”

 

Los primeros días y semanas del duelo no fueron sencillos, el trabajo que se inició fue de aceptación de la vida, aceptación de los acontecimientos. Aceptar que habíamos perdido a Lluc justo antes de nacer fue el primer paso fundamental para poner unos cimientos en el duelo.

Emi sabía que esa pena no se acabaría de ir nunca quizás, eso también ella lo aceptó, se podía mitigar con el tiempo, pero el recuerdo de Lluc y su presencia la acompañaran el resto de su vida. Ese acompañamiento nos dio en cierta manera coraje, fuerza, energía y amor.

A día de hoy ya sabemos con certeza que Lluc está con Emi, está con nosotros, siempre estará con nosotros.

El duelo perinatal es complicado también para el resto de la familia, por ejemplo, están sobre todo los abuelos y tíos que no llegaron a serlo como ellos pensaban. Lluc era el primer hijo y nieto de la familia, en cierta manera ellos pasaban su duelo y nosotros el nuestro.

A los hermanos, amigos, allegados y demás gente también les es difícil entender o encajar ese duelo a nivel social, a veces escuchas frases como “Bueno, sois jóvenes podréis tener más”,” si ha pasado la naturaleza es sabia debía ser así”, etc. Frases realmente vacías que en nada acompañan porque en ese momento no se piensa en tener otro hijo, no hay sustitución´´ posible, sólo quieres llorar tu pérdida, únicamente hay pena por el hijo que ya no está, a veces lo que más reconforta es el silencio, es el coger la mano y llorar juntos, en cualquier caso, es muy complicado poder consolar en esos momentos difíciles.

Pasadas las tres primeras semanas lo primero que hicimos fue ponernos en manos de Xisca, una psicóloga especializada en terapia familiar, duelos peri natales y pérdidas de bebés, nos la recomendó Lucía, la doula que nos llevaba el embarazo y nos iba a asistir en el parto.

Con Xisca el trabajo inicial de empezar a poner palabras a las emociones, de aceptar los hechos, fue muy bueno, en teoría el trabajo iba a durar cerca de un año en principio, realmente duró apenas 4 meses como ya veremos.

Ana, la ginecóloga que nos había llevado todo el embarazo de Lluc hasta el último día, el día de la cesárea y siguiendo el protocolo oficial nos dijo que, por riesgo para la madre, en caso de elegir la opción de cesárea Emi no podía volver a quedarse embarazada en el plazo de un año, eso suponía que hasta junio del 2018 no podía quedarse embarazada de nuevo en principio.

Recuerdo perfectamente mi sensación y mis pensamientos en relación al tiempo, la edad y el envejecimiento. Yo nunca había tenido la sensación de ser mayor o de tener una edad determinada de referencia, pero de golpe sí que me vi con 41 años a punto de cumplir 42 y mi perspectiva de ser padre si me atenía a lo que la ginecóloga nos había marcado se iba a los 44 años prácticamente.

Todo eso reconozco que fue un peso o un aprendizaje o catarsis que tuve que aceptar y asumir. De golpe era “viejo”, de un día para otro me había vuelto mayor. En realidad, no era ni más mayor ni más joven que antes, simplemente lo que pasó es que mis ganas de ser padre, de disfrutar de la paternidad se intensificaron, no es que no quisiese ser padre con Lluc, era más bien que me faltaba la plena consciencia que me dejaba llevar por los acontecimientos sin poner presencia. Ahora, en cambio, estaba presente y sí que quería ser padre sin ninguna duda, y en el fondo de mi corazón sabía que lo iba a ser. Lluc seguía con sus lecciones en este caso despertar la plena conciencia de paternidad que había en mí.