Rodrigo

Di a luz a mi hijo que había fallecido a la semana 40 un 14 de Febrero de 2024.
Era el día en que según los médicos, salía de cuentas y ese día tenía citada consulta en el hospital para monitores (no llegué a ir).
El embarazo había transcurrido sin problemas y en todas las revisiones y analíticas (también recurrimos a una analítica de un laboratorio privado para descartar riesgos genéticos) todo estaba correcto y el niño estaba sano.
Como decía, se acercaba la fecha de salida de cuentas y yo llevaba unos pocos días que notaba menos al bebé. Se lo comuniqué a mi ginecóloga y me dijo que era “normal” debido al poco espacio que ya tenía el bebé.
La última ecografía la tuvimos 6 días antes de que mi bebé falleciera y estaba todo “bien”.
La madrugada del día 14, sobre las 5 a.m me desperté y fui al baño con una sensacion extraña. Rompí aguas. Estaba tan nerviosa por vestirnos e irnos a urgencias que no me percaté de que el niño no se movía.
Cuando llegamos a urgencias ginecológicas y me hicieron la ecografía veo en la cara de la doctora que algo no estaba bien… No había latido.
A partir de ahí todo nuestro mundo se vino abajo. Nos dijeron que había que iniciar el trabajo de parto por vía vaginal. Me indujeron el parto con misoprostol y cuando las contracciones comenzaron a aparecer empecé a encontarme muy mal. Mi tensión cayó, perdía la consciencia. Las matronas y los médicos empezaron a larmarse. Eso no era normal. Finalmente después de análisis constataron que tenía un desprendenmiento de placenta con sangrado oculto y por ello mi hijo había fallecido.
Finalmente y tras un parto muy complicado y gracias a la epidural ya transfusiones, pude dar a luz por mí misma a mi hijo.
Nos dejaron verle y tenerle en brazos y mi marido estuvo conmigo en todo momento, incluso en el quirófano. Después, yo me tuve que despedir e irme a Reanimación por mi debilitado estado de salud tras perder tanta sangre.
Actualmente estamos pendientes de los resultados de los análisis que me hicieron a mí y de la necropsia del niño para ver si pueden arrojarnos algo de luz en estos momentos tan oscuros.
Un cordial saludo,
Carolina Fernández